Mateo 3:13-23
R95 Matthew 2:13 Después que partieron ellos, un ángel del Señor apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Permanece allá hasta que yo te diga, porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo". 14 Entonces él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. 15 Estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: "De Egipto llamé a mi Hijo". 16 Herodes entonces, cuando se vio burlado por los sabios, se enojó mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo indicado por los sabios. 17 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: 18 "Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos y no quiso ser consolada, porque perecieron". 19 Pero después que murió Herodes, un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20 y le dijo: "Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño". 21 Entonces él se levantó, tomó al niño y a su madre, y se fue a tierra de Israel. 22 Pero cuando oyó que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo temor de ir allá. Y avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea 23 y se estableció en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno.
La navidad y el adviento nos hacen pensar y concentrar en las cosas de Dios—paz, gozo, amor, esperanza. En Cristo, el niño, vemos la luz de Dios, la fragilidad de un ser humano y la humildad de Dios. Nos sentimos bien pensando en los hechos de Dios y todo lo que va a venir por la vida de Jesús, el salvador del mundo. Pero el texto de esta semana no nos deja allí. Nos saca de lo cómodo y nos hace saber que la vida de Jesús no fue uno de paz. Lo que hizo Dios no fue bien recibido por los demás. Este texto nos cuenta de abuso, de poder, de matanza. Ya familiarizados con la crucifixión y lo que le pasó a Jesús como adulto, quizás no nos llama la atención los hechos de Herodes. Pero los repito para que piensen bien en la realidad. Dice la escritura, “Herodes entonces… se enojó mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo indicado por los sabios.” Todos los niños de menos de 2 anos en esta región. Imagínense. Para nosotros perderíamos por lo menos 3 de los nuestros. Allá en la otra congregación, otros 2. Herodes fue conocido por su tendencia a matar. Mató a su familia. Mató a los con poder, y los teólogos y historiadores dicen que matar a todos estos niños no sería lo peor de lo que hizo este rey. Aun que matar a todos estos niños fue tan normal que ni siquiera hubiera sido notado. Imagínense.
Esto no es la historia que esperamos por el Hijo de Dios, ni para un héroe, ni el señor de señores, ni el rey de reyes. Estos son puestos de honor y dignidad y la historia de Jesús como bebe no puede ser mas lejos de lo esperado.
Lucas y Mateo son los únicos que cuentan de la historia del nacimiento y no tratan las mismas cosas. Las historias son incongruentes. La de Lucas subraya las cosas humildes de la historia—para los pobres, los marginalizados, los rechazados. Y Mateo habla de los magos que le buscaban desde lejos y le trajeron regalos maravillosos y caros—oro, incienso, y mirra. Mateo habla del estatus de Jesús—honrado y buscado. Aun el rey Herodes le temía a Jesús por el poder que debe de tener y por eso mató a todos estos niños de menos de 2 anos.
Desde el principio, la vida de Jesús fue un drama. Empezó con el embarazo ilegitimo de María. Después no había lugar para José y María en Belén y la mama tenía que dar a luz en una cuadra con los animales. Los primeros visitantes fueron los pastores, los pobres de los pobres en aquellos tiempos. Y después tenían que irse José, María y Jesús a Egipto porque Herodes quería matarle al niño.
Sí, Jesús es la luz del mundo. Sí, es el salvador. Sí, nos trae paz, esperanza, gozo, y amor. Sí, es el encarnado de Dios—frágil y humilde. Pero aun siendo todo esto no tenía una vida sencilla, quieta, tranquila. Vivía debajo del abuso y la violencia desde el principio. Sufría por su identidad desde su nacimiento.
Pensando en la navidad, en el santo niño, en la paz de la navidad, el silencio de la noche estrellada, el gozo de los pastores y luego los magos, queremos agarrarla a la paz de Dios y no soltarla para nada. Nuestras almas están tan hambrientas por paz y esperanza que tan pronto que las encontramos las tenemos amarradas. Queremos quedarnos en la tranquilidad, en el silencio, en la paz. Queremos quedarnos en la cuadra con el niño precioso, el Hijo de Dios. Pero la realidad de este pasaje nos hace saber que no podemos. La vida no es así. Dios, sí, nos puede traer paz, pero la condición humana, la tendencia pecar no nos deja en paz. Nos enfrenta. Nos reta. Nos amenaza. Y siendo fieles como José y María, cuando escuchemos el orden de Dios, tenemos que “Levantarnos e ir” adonde nos quiera.
Me imagino que el dialogo personal de José sigue cuando oye esta voz del ángel: “?vamos adonde? Y por qué? ¿Quieren matar al niño? Pero si es el salvador, el que nos va a librar de los pecados…por que quieren hacer esto? (pausa) Bueno, ni modo, vamos. (sigh) ¿Qué va a significar este niño para nosotros? ¿Siempre tendremos problemas? ¿Prejuicio? Los pastores y los magos estaban tan gozosos que me imaginaba que todos estarían así. (Pausa) Huirnos porque lo quieren matar. ¿A un niño? Qué cosa.
María…María, tenemos que ir ya. (pausa—que?) tenemos que irnos ya. (pausa—adonde?) A Egipto. (Pausa—Por qué?) Porque quieren matar al bebe. (Pausa—Que? Pero por qué? ) No sé. (Pausa—por qué crees esto?) Me dijo un ángel.
Medio dormidos en la media noche, se van hacia Egipto. Alegres por tener el niño y por haber conocido a los pastores y los magos. Que tremendo que ni siquiera dijeron a los demás y esta gente sabía algo especial. Ángeles cantando en los cielos. Una estrella que guiaba a estos hombres desde tan lejos. Este niño realmente es especial. Y a la vez, preocupados y con miedo que con apenas unos días lo están amenazando. ¿Qué les va a pasar si así es por la vida? ¿Cómo va a poder salvarnos a todos si lo matan? ¿Cómo podemos protegerle del rey, de los romanos? Son fuertes ellos. Son poderosos. Nosotros no.
Yo creo que a lo mejor para nosotros es difícil imaginar esta situación por todo lo que tiene de emoción, de miedo, de misterio, y de alegría. Yo diría que la mayoría de nosotros no hemos pasado por amenazas así, ni a nosotros, ni a nuestros hijos. Y aunque son bien especiales nuestros niños, tampoco creo que lo han anunciado los ángeles, o que creíamos que iban a salvar al mundo. Pero aunque nuestras historias no son tan dramáticos como la de José y María, yo diría que podemos compartir de una manera. Aunque no lo anuncian los ángeles, parece cuando uno tiene un bebe, que todo el mundo está celebrando contigo. Por el embarazo aun los extranjeros te tocan la panza y te felicitan. Los regalos vienen de todos lados. Y después con el bebe en sus brazos, todo el mundo quiere adorarle, apreciarle, tocarle y felicitarles a los padres. Y aunque no nos han amenazado, tememos por la vida del niño. Tememos nuestro propio poder y sabiduría por cuidarle al niño. ¿Cuánto le damos de comer? ¿Qué hago si ni deja de llorar? ¿Y si le hago mal sin intentarlo? Todos tememos por el bien estar de un niño. (sea hijo propio, sobrina, nieta, o hijo de un amigo). Y aunque no son llamados “salvador del mundo” me imagino que todos tenemos esperanzas grandes para nuestros hijos—que sean doctores y encuentren la cura para el cáncer. Que sean científicos y logren una vacuna para la SIDA. Que trabajen por la paz y la justicia y terminen con la pobreza. Que sean una luz al mundo. Que traigan esperanza a los desesperados. Todos tenemos deseos, sueños, y esperanzas por los niños, como José y María. Entonces, de una manera creo que todos podemos simpatizar con los sentimientos de José y María, y si los amplificamos por los hechos de cuidar al hijo divino y por huir la espada de Herodes, y por esperar que su hijo seria el salvador del mundo, el Mesías, nos podemos poner allí.
Realmente, la historia y la vida de Jesús era un drama. Era un drama porque nos hace sentir tanto lo bueno de alegría y gozo que lo malo de temor y miedo. Los personajes incluyen los pobres, los rechazados, los ricos, los poderosos, y los ángeles. Nos llena de alegría y esperanza y después nos encontramos con un choque de riesgo. Y este drama, aunque ocurrió hace unos 2000 anos, sigue para nosotros en dos maneras. 1) Podemos simpatizar con Jose y Maria, por entender los sentimientos, las responsabilidades, el miedo, su historia transforme en nuestra historia. Cada vez que nace un niño, es como si naciera otra vez el niño Jesús. Y 2) La historia de Dios encarnado no se queda allí en el siglo uno, sigue vivo, sigue real. Entonces, la historia del nacimiento y la vida de Cristo ocurre y ocurre y ocurre porque nace y vive dentro de nuestros corazones.
Ya pasó la navidad y nos dimos cuenta de todas las bendiciones que trae Cristo a este mundo, y aunque los tenemos por él, no podemos quedarnos en este sentir de paz. Aceptando a Cristo, dejándole entrar en nuestros corazones, en nuestras vidas, significa que vamos con él, tenemos que huir con él hasta Egipto, metafórico, claro, pero…hasta lo extraño, hasta lo desconocido, para huir el mal. Tenemos que cuidarle a este niño dentro de nosotros, proteger su presencia, atenderle bien, y tenemos que seguir fieles, como José y María, al llamado de Dios cuando venga.
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