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Valencia, California
Studying scripture and preaching the Word to draw us into deeper understanding and more faithful discipleship.

Sunday, January 27, 2008

Nos acerca la cuaresma

Nos acerca la cuaresma. Ya la semana que viene celebraremos el miércoles de las cenizas que empieza la cuaresma—el tiempo de preparación para la Pascua. Y quiero que pensemos en cómo podemos adelantar nuestra relación con Dios, como podemos crecer en el compañerismo, y como podemos mejorar nuestro discipulado.

La cuaresma tiene muchos costumbres, incluso el de negarse cosas—una comida especial como helado o chocolate, el no comer carne, etc. Hay otros costumbres de añadir una disciplina espiritual que practica por los 40 días—puede ser el ayuno, mas oración, o más estudio bíblico. Las dos maneras tienen el mismo fin—minimizar el ser de uno y expandir el tiempo dedicado a Dios.

Yo creo que para algunos la cuaresma, con el tema de negarse, se ha convertido en algo negativo. Se presenta como un castigo, lleno de reglas y limitaciones. Como una dieta, nos hace sentir mal por lo que comemos o la falta de oración en nuestras vidas. En vez de acercarnos a Dios, se siente una presión pesadísima y nos alejamos. Pero no debe de ser así.

La cuaresma debe de ser un tiempo que nos atrae a Dios, que nos acerca a su hijo, que nos lleva tan cerca a Jesús y al final, a la cruz, que cuando Jesús queda allí colgado, no lo podemos negar y tenemos que ver el sacrificio que hizo Dios por nosotros. A veces nos quedamos tan lejos de la cruz que casi no lo vemos. Nos quedamos fijados en Belén y el nacimiento. O nos quedamos en Galilea escuchando las predicaciones pero no entramos en Jerusalén a ver el clímax de la historia del Emmanuel—Dios con nosotros. Nos quedamos tan lejos que no vemos la sangre, que no escuchamos sus peticiones. La cuaresma es el tiempo de preparación, pero también de acercamiento. Un tiempo que nos trae hacia los pies de Jesús donde tenemos que enfrentarnos con Dios colgado en la cruz y tenemos que darnos cuenta de que lo hizo por nosotros.

La cuaresma es una bendición. Son cuarenta días dedicados al crecimiento espiritual. Un tiempo distinto por lo que significa en nuestra vida espiritual. Pero por lo que veo yo, me parece que para la mayoría de la gente, nada cambia con la cuaresma. No se nota nada diferente. Casi nadie se pone un reto en frente, ni se niega para nada. Pero debemos. Crecemos cuando hay un reto, un desafío, es un tiempo de probar nuestra fe, de dedicarnos a Dios, de invertir nuestras fuerzas en los demás, y de acercarnos a la cruz para que veamos la anchura del amor de Dios.

En las últimas semanas he platicado mucho con mi padre. Hablamos de metas en nuestras vidas, tanto lo personal que lo profesional que lo espiritual. Nos preguntamos, ¿Cómo quiero yo crecer en mi fe? ¿Cómo quiero yo ser mejor discípula de Cristo? ¿Estamos cómodos en venir a la iglesia los domingos y después nada hasta el próximo domingo? ¿Tenemos práctica de oración diaria? Y si la tenemos, ¿Cómo podemos crecer en esto? ¿Cada cuanto me meto en la palabra? ¿Cuántas veces he participado en misión? Decimos que no llegamos a un fin en nuestro crecimiento spiritual, entonces tenemos que buscar cómo podemos seguir creciendo, mejorando, acercándonos a Dios.

Entonces, delante de ustedes pongo las mismas preguntas. ¿Cómo están creciendo? ¿Cómo están acercando a Dios diariamente? ¿Cómo está ayudando al prójimo hacer lo mismo? ¿Qué ha cambiado en su vida espiritual en el último año? ¿En los últimos dos o tres años? ¿Se nota una diferencia? ¿Cuáles vicios ha dejado? ¿Saben lo que debe cambiar en su vida?

Vamos a regresar a los temas principales que mencioné primero. Cómo podemos adelantar nuestra relación con Dios, como podemos crecer en el compañerismo, y como podemos mejorar nuestro discipulado. Vamos a ver unas prácticas, unas sugerencias para que escojamos todos unas maneras que podemos dedicarnos más a Dios en la época de la cuaresma este ano.

Lucas 18:10-14 "Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano". 13 Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, sé propicio a mí, pecador". 14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

Primeramente, en nuestra jornada debemos ser humildes. En este pasaje vemos como el fariseo justifica a sí mismo. El va bien con las reglas de Dios. Ayuna y diezma. Uno puede decir que practica bien la fe. Pero le falta la humildad. El se pone arrogante pensando en lo bueno que es. Ya aunque está dando lo que debe y obedeciendo las leyes, se ha olvidado de lo más importante—Dios. Sus prácticas lo han llevado a verse bien a si mismo, pero lo han hecho ciego de Dios. Pero a su lado es el publicano, lamentando su pobreza espiritual, sus fallos, su indignidad. Reconoció el pecador que era, y la necesidad que tenía por Dios. Si vamos a crecer en nuestra fe, tenemos que depender de Dios. Tenemos que ser humildes. Tenemos que pedirle a Dios que tenga misericordia de nosotros.

Mas que ser humildes, debemos enfocarnos en Dios, mejorar nuestra relación con Dios. Y aunque parece sencillo, lo hacemos como lo hacemos con todos los demás, pasamos tiempo juntos. Si queremos mejorar nuestra relación con Dios, hay que pasar tiempo juntos. Debemos conversar con él. Debemos escucharle. Y esto empieza con oración. La oración es nada más que conversación con Dios. Debemos platicarle de cómo estamos, de nuestros temores y ansiedades, de nuestras bendiciones y gozos. A lo mejor, como Dios es omnipotente, ya sabe lo que le platicamos, pero la costumbre de platicar con Dios, el hábito de oración es mas para nosotros que para Dios. Dios siempre está listo pasar con nosotros, nosotros somos los que debemos atender más a esta relación. Entonces, para acercarnos más a Dios, debemos orar más. En cuanto a la oración, no tiene que ser nada especial, nada extravagante, solo tiene que ser sincero. Dios no quiere un show. Dios no quiere un espectacular de las palabras bonitas. Dios quiere que seamos sinceros, honestos, reales.

Segundo, debemos mejorar nuestras relaciones con nuestros amigos, nuestros familiares, y aun nuestros enemigos. Mateo 5:44-48 nos dice: 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos. 46 Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Debemos crecer en todas nuestras relaciones, pero el reto no es con los amables y amados, el reto queda con los injustos, indignos, con los enemigos. La prueba de amor y crecimiento espiritual queda en cuanto podemos amar a los que nos hacen mal. Cuanto podemos crecer en estas relaciones. Y fíjense que la palabra amar en español es como la griega—es verbo. Amar el prójimo, amar al enemigo es un acto, algo que hacemos. No importa si nos sentimos bien, el mandato es que actuemos con amor, que amemos, que practiquemos el amor hacia el enemigo. Y a lo mejor después de amarles en forma activo, después empezara sentir el amor hacia esta persona.

Entonces, para la cuaresma, ¿como pueden crecer en el amor hacia los demás? ¿Que pueden hacer para expresar amor hacia los demás? ¿Que hechos debe hacer hacia el enemigo para crecer en el amor de Dios?

Tercero es crecer en su propio discipulado. O sea, las disciplinas espirituales—el ayuno, la oración, el estudio, las alabanzas, los dones espirituales. Como puede crecer en las prácticas que le van a acercar a Dios, que le van a profundizar su nivel espiritual. Hay que usar las disciplinas. Hay que invertir en nuestro crecimiento espiritual. Y hay que ser realistico. No vamos a pasar de no orar, no ayunar, no meditar, no leer la palabra un dia a pasar 8 horas en la palabra y orando el siguiente. Tanto que no vamos a bajar 30 libras de peso de un dia al otro. El mejoramiento cuesta tiempo, tarda en hacerse maduro. Entonces, ponte metas que se puede cumplir. Anade 10 minutos de oracion en vez de 30 para empezar. Y despues de tener la practica de 10 minutos, anade otros 5 o 10 mas, paso por pasito. Si te dedicas al ayuno, haz lo posible, intenta de la cena de miercoles hasta el almuerzo del jueves. Ponte metas que te van a hacer crecer, pero tambien que quedan a tu alcance. Vale mas un pasito pequeno tomado, que un pasote largisismo que no se cumple.

Pero de todos modos, inviertete en tu caminar espiritual. Dedicate de nuevo a Dios. Mejorate las relaciones con los demas. Y busca siempre la cruz de Jesus para que no te olvides de todo lo que te ofrece Dios. Todo para la gloria de Dios. Amen.

La Salvacion

Ayer estaba viendo el programa ER—lo de los doctores en Chicago. Había un hombre que entró en la emergencia. Tenía 68 años y había entrado en un lago congelado para salvar a un niño de 8 anos. Lo atendieron y en conocerle aprendieron que él era doctor y que había trabajado en la cárcel. Se aprendió que el dio la medicina para las ejecuciones. En sus años, había matado a 17 personas. El último, el que le causo retirar del puesto fue un joven de 23 anos que había matado a un agente de la policía. Unos 2 meses después, aprendió que no era culpable el joven—que lo habían incriminado falsamente. O sea, que había matado a un inocente. Y el hombre dejo su trabajo. En los anos después quiso absolverse por lo que había hecho. Buscaba las familias y pedía perdón por sus hechos. Pagó la universidad de uno, compró un carro por otro. Dijo que lo único que tenia era dinero, entonces con esto intentaba reconciliarse.

Se sintió bien culpable por lo que había hecho. Había creído que estaba haciendo el trabajo de Dios—matando a los culpables, impidiéndoles en no hacer más mal—haciendo la justicia de Dios. El quería pagar por sus hechos malos. Quería hacer buenas cosas por todas las malas cosas. Quería justificarse, perdonarse por el hecho de hacer mucho bien. Pero estaba bien atormentado este hombre. No encontró paz. Nada fue suficiente para hacerle sentir bien.

En el programa la capellana del hospital pasó a visitarle. El preguntaba del perdón, de cómo se encuentra. Y la capellana quería ser bien abierta y dijo, “pues, yo creo que todos tienen que encontrar su propia manera.” Él se enojo. “¡No! Dime como se encuentra. Yo no tengo más en esta vida y tengo mucho miedo de lo que me espera.” El hombre estaba bien agitado. Y la capellana intentaba calmarle, pero no le habló del evangelio. Yo estaba allí mirándola queriendo tanto que le hablara del evangelio, que le dijera, “sabes que, no lo podemos entender bien—como Dios nos puede perdonar por lo que hemos hecho, pero nos dice que por su Hijo podemos ser perdonados. Tenemos que conocerle y aceptarle como Hijo de Dios y reconocer que el sufrió por nosotros y así estamos perdonados.” Yo quería tanto que le diera la respuesta de cómo encontrar salvación, y no lo hizo.

Tanto anhelaba este hombre por el perdón, por paz en su vida. Tanto necesitaba saber de Dios, de conocer al Señor. Tanto rogaba y pedía por la respuesta y no se lo dio. Este hombre no es el único que anhela perdón. Ni todos los que la buscan han matado a gente. Hay gente que ha mentido. Hay gente que se ha metido en drogas. Hay gente que ha robado. Hay gente que no ha respetado ni honrado a sus padres. Hay gente que ha cometido adulterio. Hay gente que ha odiado a los demás. Hay gente que ha abusado de los niños o de los viejos. Hay gente que se ha pegado a la pornografía. Hay tantos pecados que han cometido y están buscando perdón. Aun nosotros hemos pecado y necesitamos perdón.

Hoy vamos a tratar la respuesta. Quizás alguno de nosotros no ha recibido al Señor—hoy vamos a ver como se puede. Por los que sí han aceptado, quiero recordarles de los pasajes, de las escrituras para que no se queden sin palabras cuando alguien te pida la respuesta, cuando alguien anhele el perdón y la salvación.

Primeramente, debemos de reconocer que somos pecadores. Romanos 3:21-26 nos dice, “Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los Profetas: 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él, porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, 24 y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con miras de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que el sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” Debemos reconocer que todo pecado vale, no hay unos que son más importantes que otros, menos el de pecar contra el espíritu santo. Pecado es pecado. Y si hemos pecado, y todos sí lo hemos hecho, somos pecadores y por eso necesitamos perdón. Nos dice Romanos 6:22-23 Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna, 23 porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.” El castigo, la consequencia, del pecado es la muerte. Entonces, como todos hemos pecado, todos merecemos la muerte. Pero en medio de este castigo, Dios nos ofrece esperanza, Dios nos regala vida eterna por su Hijo Jesucristo. Primeramente debemos reconocer que somos pecadores, porque si no reconocemos que hemos fallado, que nos falta algo, que no encontramos el perdón por nosotros mismos, no vamos a buscarle ni escucharle a Dios cuando nos ofrece perdón. Entonces, el primero paso en ser perdonado es reconocer que hemos fallado, que somos pecadores y que necesitamos de la dadiva de Dios.

Segundo, tenemos que confiar en Dios, creer que sí se encarnó en la persona de Cristo, que vivió, murió y resucitó por nuestros pecados. Dios nos ofrece salvación por la persona de Jesucristo. Dios entendió que nosotros no íbamos a poder sacarnos del pecado, que estábamos tan metidos en pecado que no saldríamos. Entonces, Dios decidió reconciliarnos a él. Por eso vino y vivía con nosotros. Vivía una vida perfecta, sin pecado, para mostrarnos lo perfecto que es Dios, y lo posible que es vivir sin pecar—que hay esperanza de no hacer mal. En su vida se entregó a nosotros y lo matamos en la cruz, pero en su muerte se enfrentó con todo mal, con la muerte, con todo pecado, y de allí resucitó. Salió. Y conquistó. Conquistó el pecado. Conquistó la muerte. Jesús conquistó y así nos puede ofrecer salvación y perdón. Como ya escuchamos en Romanos 3, “so[mos] justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,” Por sufrir lo peor del peor y por conquistarlo, nos abre un camino directo a Dios, un camino donde no tenemos que pagar nosotros por lo que hemos hecho porque ya se lo pagó Jesús. Repito: el segundo paso es reconocer a Jesús como Hijo de Dios y recibirle como salvador.

Tercero, hay que confesar tus pecados y arrepentirte. Hechos 3:19 nos diceAsí que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo”. A veces creemos que el arrepentimiento significa pedir perdón, un “lo siento”. Pero el arrepentimiento es más que un lamento, es más que un “Lo siento”. El arrepentimiento significa un cambio, dar la vuelta, no hacer lo mismo. Entonces, cuando nos arrepentimos, debemos de hacer más que decirle a Dios, “I’m Sorry” “lo siento”, debemos de cambiar nuestras acciones, nuestros hechos. Si hemos cometido el adulterio, debemos mantenernos fieles a nuestra pareja. Si hemos metido en drogas, en la tomadera, en la pornografía, debemos dejarlo completamente, cambiar totalmente nuestras acciones. Nosotros por nuestros mismos no podemos borrar el hecho de lo que hemos hecho, pero Dios está dispuesto hacerlo por nosotros si confesamos nuestros pecados y damos la vuelta para no hacerlo otra vez. Cuando Jesús trata a la mujer adultera le dice, “no te condeno, vete y no peques mas”. Jesús está dispuesto absolvernos, pero parte del pacto que hace con nosotros es que dejemos el pecado. Entonces, el tercer paso es confesar nuestros pecados, arrepentirnos, y no volver hacerlo otra vez.

El cuarto es ser bautizado o bautizada. Marcos 16:16 nos dice, “El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el que no crea, será condenado.” El bautismo es más que echar agua en la cabeza o aun más que mojarnos en el bautisterio. El bautismo es un acto visible hecho por nosotros que señala a lo que Dios está haciendo adentro por nosotros. El bautismo es cuando echamos agua a la persona y pedimos que Dios eche el Espíritu Santo a la persona. El bautismo simboliza el agua del parto, del nacimiento, porque creemos que cuando Dios nos unge con su Espiritu, estamos nacidos de nuevos—nacidos en el Espiritu. Hechos 2:38-41 nos cuenta de los apostoles y cuando añadieron muchos al pueblo cristiano. Dice, “Pedro les dijo: -- Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo, 39 porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llame. 40 Y con otras muchas palabras testificaba y los exhortaba, diciendo: -- Sed salvos de esta perversa generación. 41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas.” Cada persona tenía que arrepentirse y ser bautizada, pero el bautismo no solo tiene que ver con el individuo, tiene que ver con la comunidad. Uno esta bautizado en una comunidad, se añade a la comunidad. La comunidad se preocupa por esta persona—por su fe, su bien estar, su crecimiento en la Palabra y con Dios. Y esta persona se compromete a la comunidad.

A veces creemos que el hecho de ser salvo solo tiene que ver con nosotros mismos, individuos. Pero el hecho de ser salvo tiene que ver con la comunidad. Si no fuera por Cristo, el Señor de la comunidad, no seriamos salvos, y Cristo no lo hizo por una sola persona, lo hizo por todos. Cristo ofrece su gracia y la salvación a TODOS. Y cuando lo recibimos nos añade a su rebaño, a su pueblo, a su grupo, a su comunidad. Entonces, en el cuarto pasó, es importante ser bautizado, pero no solo en el bosque, aislado, pero aquí en la iglesia, rodeado por el pueblo cristiano. El bautismo es una iniciación a la comunidad cristiana donde hacemos un pacto de apoyarnos unos a otros después de que Dios nos unge con su santa espíritu.

(conclusion)