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Valencia, California
Studying scripture and preaching the Word to draw us into deeper understanding and more faithful discipleship.

Sunday, December 2, 2007

La anunciacion

Lucas 1:35-55


Hemos pasado las últimas semanas preparándonos—abriendo nuestros corazones, limpiándonos de las cosas desagradables a Dios. Y ahora llegamos a la anunciación. Estamos a la hora de recibir a nuestro Señor. En el pasaje de hoy el ángel Gabriel le visita a María en una visión. Le dice que va a tener a un niño y que lo nombraran Jesús y lo llamaran Hijo del altísimo.

María tiene un encuentro con la palabra de Dios por el ángel Gabriel. Y recibe de fe las noticias que Gabriel le da. Dijo el ángel que iba a embarazarse por el Espíritu Santo y María recibió las noticias sin pregunta ninguna y le permitió que Dios hiciera lo que quería con el embarazo. Así que tenemos una mostrada de fe por la acción de María. Ella oyó la palabra del señor y sometió a ella. María prueba que un hecho de fe firme permite que Dios haga lo que quiere.

A veces nosotros tenemos esta oportunidad, aunque quizás no nos parece tan impresionante que dar a luz al hijo de Dios. Pero si vemos la historia de María por lo sencillo que es, quizás veremos otra cosa. Por lo sencillo, vemos que Dios escogió a María y confiaba en ella para cuidarle a Dios mismo y cumplir con la palabra. Así de esta forma, Dios hace lo mismo con mostros. Nos escoge por su obra y confía que nosotros la cumpliremos. Dios nos ha escogido, como su pueblo, a llevar buenas noticias, a proveer ropa a los desnudos, y comida a las con hambre, y consuelo a los afligidos. A veces este trabajo nos parece tan cotidiano que no lo damos valor—pero es mucho más—para la persona que lo recibe, es un vistazo de Dios. Es una muestra del amor de Dios, de un Dios que a Dios le importa las circunstancias de uno. Entonces, cuando escuchamos la voz de Dios por estas cosas, por la misión, la compasión, y el amor, si seguimos el ejemplo de María, debemos someternos a la voluntad de Dios.

Una cosa curiosa que encontramos en la historia de María es que después de hablar con el ángel, se levanta y se va a ver a Elisabeth. La cosa curiosa es que la palabra en griego de levantarse es lo mismo usado para la resurrección. O sea, que podemos entender que esta interacción con Dios, sirve como resurrección para María. Le da nueva vida, nuevo espíritu, nueva visión. O sea, que una experiencia así con Dios nos va a transformar, nos va a afectar, no podemos seguir en lo mismo después de todo esto. No seremos igual que antes.

Y después de la resurrección y transformación, embarca en una jornada. Se va a visitar a Elisabeth, quizás para compartir las buenas noticias que acaba de recibir, o quizás para confirmar lo que el ángel le dijo sobre Elisabeth. Pero, no importa la razón, solo importa que se va, que tiene esta jornada para pensar en su experiencia, meditar, contemplar, y ver la majestad de Dios. ¿Te resuena? ¿Es parecido a alguna experiencia tuya? ¿Alguna vez ha experimentado/escuchado una palabra del Señor que te transformó? ¿Y te dio nueva vida? ¿Y después embarcaste en una jornada? ¿Tuviste una jornada de fe?

Muchas veces hablan de estas experiencias como “experiencia del punto de la montana”—mountain top experiencia. Tenemos una experiencia bien fuerte, y lindo, donde no queda duda que hay un Dios. Queremos quedarnos allí—para mi esta experiencia fue cuando el espíritu me tocó en Cuba. Para otros es el milagro de sanidad, quizás María lo encontró así. O Lorenzo cuando Dios manejaba por él cuando se fueron a San Diego. O quizás durante un retiro o al nacimiento de un niño. Y después de esta experiencia solo queremos compartir lo que Dios ha hecho para nosotros. Queremos regocijar y gozar en la majestad de Dios, como lo hizo María. Y podemos. Pero también, va a haber una jornada. Quizás será por un desierto. Solo o sola. Quizás será difícil o habrá valles de la fe también. No sabemos que le paso a María en su jornada, y cuando nos faltan detalles en la biblia, quizás es porque fue tan cotidiano que no valía la pena escribirlo. No sabemos los pensamientos de María en esta época, quizás dudaba. Quizás pensaba en cómo iba a compartir las noticias con sus padres, sus abuelos, su novio—?iban a entender? Iban a rechazarla? Iban a burlarse de ella? No sabemos donde su jornada de fe la llevó, y a veces no sabemos donde la nuestra nos va a llevar. Pero si sabemos que llegó a una conocida, una confiada, una compañera y pudo compartir con ella.

Esto es lo que esperamos para nosotros. Que cuando lleguemos haya alguien que puede gozar con nosotros. Que entienda. Y que nos apoye.

Al final de la historia de hoy, nos encontramos con María y Elisabeth, pasan 3 meses juntas—a lo mejor preparándose por los niños. Tejiendo. Limpiando. Haciendo ropas. Gozando en la gloria de un embarazo y compartiendo en sus dolores de espalda o la nausea. Tuvieron el apoyo en su preparación y una compañera en su jornada de fe.

Así debemos estar nosotros—apoyados y acompañados en nuestra jornada y preparación para recibir el Señor.

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