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Valencia, California
Studying scripture and preaching the Word to draw us into deeper understanding and more faithful discipleship.

Sunday, February 3, 2008

La tentacion de Cristo

R95 Matthew 4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2 Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. 3 Se le acercó el tentador y le dijo: -- Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4 Él respondió y dijo: -- Escrito está: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". 5 Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del Templo 6 y le dijo: -- Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: ""A sus ángeles mandará acerca de ti", "y ""En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra". 7 Jesús le dijo: -- Escrito está también: "No tentarás al Señor tu Dios". 8 Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 y le dijo: -- Todo esto te daré, si postrado me adoras. 10 Entonces Jesús le dijo: -- Vete, Satanás, porque escrito está: "Al Señor tu Dios adorarás y solo a él servirás". 11 El diablo entonces lo dejó, y vinieron ángeles y lo servían.

Yo me imagino a Jesús, después de estos 40 días en el desierto, cansadísimo. Fatigado. Sin nada que dar. Sin energía. Sin concentración. 40 días sin comida. 40 días sin compañeros. 40 días sin conversación. 40 días sin toque. 40 días sin sonrisas. 40 días sin abrazos. 40 días sin pelea. Después de estos días yo me lo imagino, anhelando amor, compañerismo, comida, y consuelo para su alma. El fin de su peregrinaje en el desierto ya se acaba. Había una luz al final del túnel. Y se acercaba más y más, y brillaba más y más. Ya hay esperanza. Se ve la promesa—el fin de la prueba. Paz. Consuelo. Grosura.

Y después. Poom! Una prueba. Tentación. Sale en tentador, y le dice, aquí esta una piedra, y tú tienes el poder de Dios—hazlo pan para que comas. Tentación. Tenía hambre Jesús. Pero no solo el hambre del cuerpo—la falta de comida. También tenía hambre del espíritu, del alma. Le faltaba amor. Le faltaba consuelo. Le faltaba compasión. Le faltaban todas estas cosas de las relaciones humanas que mantiene una persona. Y como ser humano, el tentador sabía que tenía la debilidad de creer que se puede llenar este espacio espiritual con lo físico. Consuelo en las cosas. Comida. Cigarrillos. Una cerveza. Hashish. Una Coca-Cola. Sea lo que sea, lo usamos para llenar nuestras necesidades. Nuestros vacios. Son necesidades espirituales y emocionales pero las intentamos calmar con las cosas materiales. Y no se puede. Lo espiritual no se puede satisfacer con lo material. Vaqueros nuevos. Carro nuevo. Un cafecito. Un queque. Lo que sea—es como poner lo cuadrado en lo redondo. No se cabe. Lo material no puede llenar, saciar, ni satisfacer lo espiritual.

Y que reto más grande. Discernir dentro de tanta necesidad que no podía saciar sus deseos por el pan. Ya cansadísimo, fatigado, con hambre pero discierne la verdad y contesta al tentador: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Ganó Jesus.

Bien. A la esperanza otra vez. Al amor, compañerismo, compasión, a la comida real. A la luz al final de túnel. Uno a este punto le dice a Dios, “Si de verdad me quieres, sácame de aqui. Prueba que tú eres Dios. Prueba que tú eres bondadoso. Prueba que no me has abandonado.” Cuando pasamos por tanta oscuridad, tanta prueba, nos arrodillamos y le rogamos a Dios—“¡Sálvame! Ya no puedo más Señor. Sálvame. Rescátame. Quítame de este lodazal.” Queremos que Dios pruebe su amor. Que pruebe su misericordia.

Y en este momento de la desesperación, entra el diablo otra vez. Le lleva a Jesús al pináculo del templo y le dice: <> Le pone la zanahoria en frente. Pruébalo. La segunda tentación de Cristo tiene que ver con poner a prueba a Dios. En el momento más frágil, donde uno necesita y quiere tanto que Dios le muestre su amor, el diablo entra para tentarle que le obligue a Dios que haga algo. Porque si somos creyentes, si confiamos en el poder de Dios, si confiamos en su amor y misericordia, ¿por qué no nos sacaría de alli? ¿Por qué no nos rescataría? Pero Jesús resiste. No cae en la tentación. Y le dice al enemigo: "No tentarás al Señor tu Dios". No tentarás al Señor tu Dios. ¿Cuán difícil es esto? Solo quiere una muestrecita de la misericordia, y en tanto dolor, con tanta pena, ¿qué le costará a Dios? Pues, se imagina que nada. Pero lo que le va a costar a Dios no es lo más importante. Lo más importante es que no le pongamos a prueba y que confiemos en que vaya a contestar cuando sea el mejor tiempo. Pues ganó Jesús por segunda vez. Salió de lo difícil. Conquistó al mal. Sobrevivió el vicio de probar la presencia de Dios en vez de solo tener fe.

Ahora más cansado por las pruebas. No se confunden, la tentación es fuerte y el enemigo es poderoso y le va a costar pelear con él. La fuerza que le costó enfrentarse con el poder de la tentación era mucho. Enfrentarse con el tentador te va a cansar. Te va a quitar la energía. Te va a sacar las ganas. Pero salió Jesús. Cansado, pero ganador. Y nosotros también podemos ganar al enemigo. Ya después puede fijarse en la luz, en la esperanza, en el deseo de abrazar a la familia, a sentirse tranquilo con los que le amaban. Yo me lo imagino a Jesús cansado, listo de irse, de dormir, de comer, de abrazar a los queridos. Y allí en su cansancio, me imagino que tenía sus dudas, sus preguntas, ¿por qué no ha venido Dios? ¿Por qué no ha intervenido? ¿Qué está haciendo que no se preocupa por mí? Bueno, lo hago por mí mismo. Si Dios no va a probar su poder, yo pruebo el mío. ¿No somos nosotros así? Si nos falla Dios, o sea, que creemos que Dios nos ha fallado, ¿nos ponemos de bravos, listos de probar que si no nos va a contestar, que pues, no lo necesitamos?

Y es allí en esta debilidad humana que intenta entrar el diablo por tercera vez. Le ofrece a Jesús todos los reinos del mundo y toda su gloria. Wow. ¡Qué bien! Con todo esto uno sí se puede mostrar que tiene lo necesario, que no necesita a otro. Que con este poder, no le hace falta nada, ni nadie, ni siquiera Dios. Se cree uno que con poder se puede hacer de todo. Se pone macho. Se pone brava. Solo hay que conceder que se gana sin Dios, o sea por el tentador, el enemigo, por el diablo. Si concede esto, promete él—gana todo.

Pero Jesús no lo deja entrar. Aunque cansado, sigue fiel: <> No podemos conceder el poder, ni la gloria, ni la honra a nadie más que Dios. Porque solo a Dios pertenecen. Solo de Dios viene el poder verdadero. Solo de Dios viene el pan que sostiene, el que llena el alma. Y todo lo que hace Dios, hace según su plan, según su voluntad, y debemos confiar en que nos va a contestar.

Las tentaciones de Cristo son fuertes en sí. Pero más fuertes eran por la situación, por el cansancio, el anhelo, la desesperación de Jesús después de no comer, no compartir, no tocar, mas fuertes eran las tentaciones, pero Jesús tenía claridad. Tenía sabiduría y discernimiento. Y ojala que tengamos lo mismo. Que reconozcamos que las cosas materiales no nos pueden satisfacer. Que debemos tener fe en cuanto a las respuestas de Dios, que no debemos ponerle a prueba. Y que a Dios solamente pertenece la gloria y la honra, que no las debemos conceder a nadie menos Dios. Vamos a pasar por los desiertos, aun quizás alguien hoy esta en medio del desierto. No se desanimen. Te vas a cansar. Vas a estar fatigado, fatigada. Y cuando crees que no puedes mas. Que no puedes aguantar otra cosa. Que mejor que termine la vida porque tu no puedes seguir asi, en estos momentos, cuando crees que debe venir Dios montado como caballero para rescatarte, en estos momentos de duda, de debilidad, de cansancio, te va a intentar engañar el enemigo. Te va a probar. Te va a tentar. Ofrecerte cosas materiales para saciar el alma—no servirán. Niégalas. Cuando lo único que quieres es una muestrecita de misericordia, te va a hablar el enemigo—pues si realmente eres hijo de Dios, hermana de Cristo, Dios te atenderá—inténtalo. No lo hagas. No le pongas a prueba. Confía en Dios y no lo dejes al enemigo que entre. Y cuando estás listo o lista de tirarte al suelo, de quedarte en cama y nunca salir, regresará el enemigo, “Parece que Dios no te ama. Que Dios no te va a atender. ¿Para qué sirve tu Dios? Pero yo, yo te puedo dar todo el poder, todas la riquezas. ¿No quieres todo esto? Ándale pues, Solo tienes que conceder que yo soy el poderoso y tendrás todo.” No lo creas. Aléjate del tentador. Aléjate y dile que se vaya, porque tu Dios está vivo. Tu Dios te va a contestar. Y el enemigo no te puede dar nada que vale. No te puede dar nada que durará para siempre. Pero Dios sí. Tengan paciencia hermanos y hermanas. Tengan fe. Aun en el desierto Dios está contigo. Aun cuando no lo puedes sentirle, está contigo. Aun en la oscuridad de las pruebas, está contigo. No dejen que el enemigo gane. No lo crean. No confíen en él. Confíen solo en Dios. Confíen en su misericordia. Confíen en su plan. Y al final de las pruebas del enemigo, si no le has concedido ni el poder ni la gloria, Dios te mandará los ángeles y te atenderán. Hay esperanza en medio de las pruebas. No dejen de esperar. Hay un fin. Y a fin de cuentas, Dios sigue bueno. Dios sigue poderoso. Dios sigue en su misericordia, y te atenderá.

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