Nos acerca la cuaresma. Ya la semana que viene celebraremos el miércoles de las cenizas que empieza la cuaresma—el tiempo de preparación para la Pascua. Y quiero que pensemos en cómo podemos adelantar nuestra relación con Dios, como podemos crecer en el compañerismo, y como podemos mejorar nuestro discipulado.
La cuaresma tiene muchos costumbres, incluso el de negarse cosas—una comida especial como helado o chocolate, el no comer carne, etc. Hay otros costumbres de añadir una disciplina espiritual que practica por los 40 días—puede ser el ayuno, mas oración, o más estudio bíblico. Las dos maneras tienen el mismo fin—minimizar el ser de uno y expandir el tiempo dedicado a Dios.
Yo creo que para algunos la cuaresma, con el tema de negarse, se ha convertido en algo negativo. Se presenta como un castigo, lleno de reglas y limitaciones. Como una dieta, nos hace sentir mal por lo que comemos o la falta de oración en nuestras vidas. En vez de acercarnos a Dios, se siente una presión pesadísima y nos alejamos. Pero no debe de ser así.
La cuaresma debe de ser un tiempo que nos atrae a Dios, que nos acerca a su hijo, que nos lleva tan cerca a Jesús y al final, a la cruz, que cuando Jesús queda allí colgado, no lo podemos negar y tenemos que ver el sacrificio que hizo Dios por nosotros. A veces nos quedamos tan lejos de la cruz que casi no lo vemos. Nos quedamos fijados en Belén y el nacimiento. O nos quedamos en Galilea escuchando las predicaciones pero no entramos en Jerusalén a ver el clímax de la historia del Emmanuel—Dios con nosotros. Nos quedamos tan lejos que no vemos la sangre, que no escuchamos sus peticiones. La cuaresma es el tiempo de preparación, pero también de acercamiento. Un tiempo que nos trae hacia los pies de Jesús donde tenemos que enfrentarnos con Dios colgado en la cruz y tenemos que darnos cuenta de que lo hizo por nosotros.
La cuaresma es una bendición. Son cuarenta días dedicados al crecimiento espiritual. Un tiempo distinto por lo que significa en nuestra vida espiritual. Pero por lo que veo yo, me parece que para la mayoría de la gente, nada cambia con la cuaresma. No se nota nada diferente. Casi nadie se pone un reto en frente, ni se niega para nada. Pero debemos. Crecemos cuando hay un reto, un desafío, es un tiempo de probar nuestra fe, de dedicarnos a Dios, de invertir nuestras fuerzas en los demás, y de acercarnos a la cruz para que veamos la anchura del amor de Dios.
En las últimas semanas he platicado mucho con mi padre. Hablamos de metas en nuestras vidas, tanto lo personal que lo profesional que lo espiritual. Nos preguntamos, ¿Cómo quiero yo crecer en mi fe? ¿Cómo quiero yo ser mejor discípula de Cristo? ¿Estamos cómodos en venir a la iglesia los domingos y después nada hasta el próximo domingo? ¿Tenemos práctica de oración diaria? Y si la tenemos, ¿Cómo podemos crecer en esto? ¿Cada cuanto me meto en la palabra? ¿Cuántas veces he participado en misión? Decimos que no llegamos a un fin en nuestro crecimiento spiritual, entonces tenemos que buscar cómo podemos seguir creciendo, mejorando, acercándonos a Dios.
Entonces, delante de ustedes pongo las mismas preguntas. ¿Cómo están creciendo? ¿Cómo están acercando a Dios diariamente? ¿Cómo está ayudando al prójimo hacer lo mismo? ¿Qué ha cambiado en su vida espiritual en el último año? ¿En los últimos dos o tres años? ¿Se nota una diferencia? ¿Cuáles vicios ha dejado? ¿Saben lo que debe cambiar en su vida?
Vamos a regresar a los temas principales que mencioné primero. Cómo podemos adelantar nuestra relación con Dios, como podemos crecer en el compañerismo, y como podemos mejorar nuestro discipulado. Vamos a ver unas prácticas, unas sugerencias para que escojamos todos unas maneras que podemos dedicarnos más a Dios en la época de la cuaresma este ano.
Lucas 18:10-14 "Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano". 13 Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, sé propicio a mí, pecador". 14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Primeramente, en nuestra jornada debemos ser humildes. En este pasaje vemos como el fariseo justifica a sí mismo. El va bien con las reglas de Dios. Ayuna y diezma. Uno puede decir que practica bien la fe. Pero le falta la humildad. El se pone arrogante pensando en lo bueno que es. Ya aunque está dando lo que debe y obedeciendo las leyes, se ha olvidado de lo más importante—Dios. Sus prácticas lo han llevado a verse bien a si mismo, pero lo han hecho ciego de Dios. Pero a su lado es el publicano, lamentando su pobreza espiritual, sus fallos, su indignidad. Reconoció el pecador que era, y la necesidad que tenía por Dios. Si vamos a crecer en nuestra fe, tenemos que depender de Dios. Tenemos que ser humildes. Tenemos que pedirle a Dios que tenga misericordia de nosotros.
Mas que ser humildes, debemos enfocarnos en Dios, mejorar nuestra relación con Dios. Y aunque parece sencillo, lo hacemos como lo hacemos con todos los demás, pasamos tiempo juntos. Si queremos mejorar nuestra relación con Dios, hay que pasar tiempo juntos. Debemos conversar con él. Debemos escucharle. Y esto empieza con oración. La oración es nada más que conversación con Dios. Debemos platicarle de cómo estamos, de nuestros temores y ansiedades, de nuestras bendiciones y gozos. A lo mejor, como Dios es omnipotente, ya sabe lo que le platicamos, pero la costumbre de platicar con Dios, el hábito de oración es mas para nosotros que para Dios. Dios siempre está listo pasar con nosotros, nosotros somos los que debemos atender más a esta relación. Entonces, para acercarnos más a Dios, debemos orar más. En cuanto a la oración, no tiene que ser nada especial, nada extravagante, solo tiene que ser sincero. Dios no quiere un show. Dios no quiere un espectacular de las palabras bonitas. Dios quiere que seamos sinceros, honestos, reales.
Segundo, debemos mejorar nuestras relaciones con nuestros amigos, nuestros familiares, y aun nuestros enemigos. Mateo 5:44-48 nos dice: 44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen, 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos. 46 Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Debemos crecer en todas nuestras relaciones, pero el reto no es con los amables y amados, el reto queda con los injustos, indignos, con los enemigos. La prueba de amor y crecimiento espiritual queda en cuanto podemos amar a los que nos hacen mal. Cuanto podemos crecer en estas relaciones. Y fíjense que la palabra amar en español es como la griega—es verbo. Amar el prójimo, amar al enemigo es un acto, algo que hacemos. No importa si nos sentimos bien, el mandato es que actuemos con amor, que amemos, que practiquemos el amor hacia el enemigo. Y a lo mejor después de amarles en forma activo, después empezara sentir el amor hacia esta persona.
Entonces, para la cuaresma, ¿como pueden crecer en el amor hacia los demás? ¿Que pueden hacer para expresar amor hacia los demás? ¿Que hechos debe hacer hacia el enemigo para crecer en el amor de Dios?
Tercero es crecer en su propio discipulado. O sea, las disciplinas espirituales—el ayuno, la oración, el estudio, las alabanzas, los dones espirituales. Como puede crecer en las prácticas que le van a acercar a Dios, que le van a profundizar su nivel espiritual. Hay que usar las disciplinas. Hay que invertir en nuestro crecimiento espiritual. Y hay que ser realistico. No vamos a pasar de no orar, no ayunar, no meditar, no leer la palabra un dia a pasar 8 horas en la palabra y orando el siguiente. Tanto que no vamos a bajar 30 libras de peso de un dia al otro. El mejoramiento cuesta tiempo, tarda en hacerse maduro. Entonces, ponte metas que se puede cumplir. Anade 10 minutos de oracion en vez de 30 para empezar. Y despues de tener la practica de 10 minutos, anade otros 5 o 10 mas, paso por pasito. Si te dedicas al ayuno, haz lo posible, intenta de la cena de miercoles hasta el almuerzo del jueves. Ponte metas que te van a hacer crecer, pero tambien que quedan a tu alcance. Vale mas un pasito pequeno tomado, que un pasote largisismo que no se cumple.
Pero de todos modos, inviertete en tu caminar espiritual. Dedicate de nuevo a Dios. Mejorate las relaciones con los demas. Y busca siempre la cruz de Jesus para que no te olvides de todo lo que te ofrece Dios. Todo para la gloria de Dios. Amen.