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Valencia, California
Studying scripture and preaching the Word to draw us into deeper understanding and more faithful discipleship.

Monday, June 11, 2007

1 Corintios 11:17-34

Cuando se ve este pasaje en su sencillez, se ve que la celebracion de la santa cena de los corintios parecia a un potluck de hoy en dia. Escuchamos de cada miembro comiendo de su propia comida. Podemos imaginar que cada uno ha traido una comidita, pero en vez de compartir están comiendo cada uno su propia comida. Y están hacienda esto sin importarse por el bienestar o el hambre de los demas. Es decir, se reunion, por el evangelio, pero nada que hicieron mientras que estaban juntos, parecia al mensaje del evangelio, o la unidad en Cristo, que debía haber manifestado en la cena del Señor. En vez de parecer y actuar de una manera diferente, los hechos de los corintios se quedaron lo mismo. Comieron y bebieron como siempre habian hecho. Estaban separados por estatus, por clase economico, aún quizás por genero o raza. Es decir—no entendieron. Aun en celebrar la santa cena, no fueron cambiados.
Los corintios proclamaban a Cristo, pero no vivieron Cristo. Comieron del pan y tomaban de la copa, pero no permitían que fueran cambiados por estos hechos. Y por los de afuera viéndolos, estos cristianos no fueron diferentes de los demás. Sus costumbres y sus practicas fueron iguales. Ellos, desgraciadamente, no fueron tocados por el poder transformative del Espíritu Santo.
Y mientras escuchamos a las palabras de Pablo, escuchamos su frustración. “Ay, por Dios, chicos. ?No entienden? Están tan orgullosos de su comunidad Cristiana, pero no han sido transformados por el evangelio. Todas estas cosas predicadas deben hacer una diferencia. Deben ser importantes. El tener a Jesús en su vida debe hacer una diferencia, debe ser importante.” No hay duda de la frustración que experimentaba Pablo. Se nota bien claramente en este pasaje—“quieren que les aplaude, pero no puedo. !No puedo! ?Me escuchan? Asi no es la vida Cristiana.
Despues de expresar esta frustración, les hace recorder a los corintios como debe ser la santa cena, como fue cuando Jesús compartió esta comida con sus discípulos. Dice, “y la noche en que fue entregado, Señor Jesús tomó el pan, lo bendeció, lo partió, y se lo dio diciendo, “tomad, comed, este es mi cuerpo dado por vosotros. Haced esto en memoria de mi.” Y de tal manera, despues de haber cenado, tomó la copa, y la bendeció y se la dio diciendo “tomad y bebed, esto es mi sangre, derramada por vosotros. Heced esto en memoria de mi.” El hecho en si misma fue santo, y no se les mandó hacerlo simplemente por tener un recuerdo. Jesus no solo habló de dar el cuerpo y la sangre—cumplió con este hecho—lo hizo—dio su cuerpo—se lo entregó para el bienestar de todos; para que todos tendrían las bendiciones de Dios. La sangre era real—tanto al cuerpo—eran el sacrificio de nuestro Señor.
Y lo que quiere Pablo que entendamos es que participar en la cena del Señor significa—realmente—comer del cuerpo y beber de la sangre de Cristo—recibir del sacrificio y la bendición de Jesus. Y negar esto, es negar Cristo y sus hechos. En este hecho debemos reconocer y esperar que vamos a ser cambiados. Esta semana leí un dicho que dice, “los ateos no encuentran a Dios por lo mismo que un ladrón no encuentra a la policía.” Es decir—no quieren encontrar. No solo no lo buscan, pero aun lo evitan. En otras palabras, muchas veces no encontramos una cosa porque no la estamos buscando. Tenemos que buscar por las bendiciones de Dios, tenemos que esperar la transformacion, el cambio que puede ocurrir durante la santa cena. Si no lo buscamos, como el ladrón, no lo vamos a encontrar. Ni las bendiciones, ni la transformación que son dadas por la santa cena.
El otro día estaba platicando con un miembro de la iglesia. El me dijo, “tu predicación del domingo me habló mucho. Me sentí como si me hablaras directamente a mi. Yo soy todas estas cosas del pecador, y el sermon me afectó mucho. Pero, te digo una cosa. Comí y bebí y oré durante la communion—pero salí de allí y no me sentía que había cambiado nada. Todavia llevaba la verguenza de aquellos pecados.” Le contesté, “?Esperabas ser cambiado? ?Quisiste ser cambiado por la santa cena?” y él se quedó mudito—y por fin dijo, “!Tus preguntas son tan Fuertes!”
Entonces, la pregunta esta mañana es: “?Tu esperas que sadrás de aqui diferente? ?crees que te vas a sentir renovado/renovada despues de participar en la santa cena? ?realmente crees que el Espiritu Santo, que Dios, pueda acutar por esta comidita y hacerte Nuevo? El poder de Dios equivale el poder que queremos que tenga en nuestra vida. Escucha bien. El poder de Dios equivale el poder que queremos que tenga en nuestra vida. Si le das mas poder—mas control, mas oportunidades tendrá Dios por actuar en tu vida. Tenemos que darle paso a Dios. Tenemos que permitirle que nos afecte, que nos cambie, que nos hable. Y en estos hechos, como nosh ace recorder Pablo con los corintios—no podemos seguir en lo mismo.
No podemos venir a la iglesia, o ir al studio biblico, o aun salir en publico llevando la cruz y no ser diferentes. Somos diferentes porque el Senor nos cambia. Nos cambia para que seamos mas como él, menos como el mundo. Quiere que seamos menos arrogantes, menos racistas, menos machos, menos ignorantes, menos preocupados por el dinero, menos concentrado en nuestro propio bienestar y mas en el bienestar de los demás, mas como Dios, llenos de mas amor, mas conocimiento, mas libertad, mas entendimiento.
Jesus vino a este mundo para acercarnos a Dios—y para poder hacer esto tenemos que ser cambiados, ser renovados--!no importa tan lindito que nos veamos! “Todos,” como dice Pablo, “han pecado y están privados de la gracia del Señor.” Todos necesitamos de la gracia del Señor—y hoy, y cada vez que participamos en la santa communion, con el intent, con el querer de recibir y salir diferente, podemos recibir de esta gracia. Nos acerquemos a la mesa hoy, ojala, con el deseo de honrar al sacrificio de Cristo, con la esperanza de ser lavados, limpiadas, sanados, salvadas por la gracia del Señor—nos acerquemos con la confianza en la resurrection del Señor Jesús y las bendiciones que nos ofrece.
Que Dios nos bendiga, que Dios nos unga con su gracia. Que Dios nos llene con su Espíritu, y que salgamos diferentes—renovados y cambiados por esta comida hecha santa por la bendición de Dios, la cual fue hecha posible por el sacrificio de Cristo. Amén.

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